domingo, 8 de marzo de 2015

La playa

La playa debe ser
algo así
como un paraíso
para los que creen que el destino
ya está escrito.
Un paraíso
para esos que piensan
que no importan
las pisadas
que por la orilla vas dejando,
pues el mar,
                      el tiempo,
se las llevará consigo
y la arena frente a ti
seguirá inmutable
esperando a tus pies anhelante.

No soy yo de esos.
Mis pisadas están atrás, sí.
Quizás no influyan
en el grosor de los granos de arena
que por delante me encuentre,
o en la cantidad de piedras
que en mi camino se interpongan.
Pero sí que me marcan el sentido,
la dirección.
Gracias a ellas,
o por su culpa,
me veré obligado
a escalar dunas
o cruzar a nado.

No caso yo con destinos
en el vaivén de las olas
o en los surcos del viento prescritos.

Pero da igual,
decidme vosotros
si esto
no es el paraíso.

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