miércoles, 14 de mayo de 2014

Un alfabeto
por canción
nos mata las tintas
del cuerpo.

Las letras se mecen
en la cuna que muestran
tus pestañas,
y no queda aliento
ni aire
que insufle
a los besos
los versos
aviesos
de eso
de la vida que me quitas
en cada estrofa.

He visto
noches saltar de alegría
por el danzar de tus pétalos
en la letanía
y un amanecer
de esquirlas
en tu marcha.
O quizás por ella.

No sé qué les haces
a las letras
ni a los números,
que queman,
perduran,
y embrutecen
las palabras que brotan
del rencor.

Por ello en este suspiro
de pensamientos
empapelados
no caben más astros
ni lunas
a los que rezar.
Y sé
que en tu misa
mi cuerpo
ya no encuentra redentor.

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