lunes, 5 de mayo de 2014

Contradicciones

Qué triste, ¿no? Contentarte, y no poco, con lo que antes renunciabas a siquiera aceptar.
Qué nivel de decrepitud te corroe cuando ves que la meta se aleja por mucho que corras en su dirección. Quizás sea mía la culpa, y esté confundiendo de nuevo dirección con sentido.
Sentido... ¿qué sentido tiene la vida sino el contrario?
¿Qué sentido tiene la muerte sino pasar antes por el contrario?
Un sentido, y otro, y otro más, el de la vista, del gusto. Sentido del tacto, del olfato y del oído. Sentidos aunados y unidos en mostrarte la realidad. Su realidad. La que ellos perciben, la que tú percibes, pudiendo diferir de la auténtica a veces.
A veces, y a voces, hablaría con el viento en contra, que me traiga la voz de nuevo a mí, que me cuente lo que le grito, lo que le pido, para no caer en la locura de hablar con uno mismo sin intermediario ajeno alguno.
Y no lo hago, no. Y me importa no hacerlo, al igual que no me importaría hacerlo. No es miedo, es algo peor. Es miedo a tenerlo. El miedo, digo. Miedo a cambiar ser por estar. A dejar de ser y estar donde estoy, donde soy, por una nueva nube en la que volar. Un nuevo cielo desde el que saltar.
El miedo atemoriza a los valientes en la medida que los cobardes dejan de sentirlo por sentir. Y sin riesgo ni caución se intercambian papeles de un guión premeditado.
No sé, quizás me queje por quejarme. Por aparentar una meta superior a la que de momento he alcanzado. A lo mejor, o peor, sólo sea un niñato malcriado por la necesidad de tener, de querer, de ser y desear. Puede que incluso hable por hablar, como el que oye pero no escucha, ¿me explico? La multitud habla, y habla, y tú haces como que sí, que qué guay tu fin de semana en la sierra, pero... ¿qué ha sido eso? Y le prestas más atención al repicar de tacones en la esquina que a lo bonito que era poder ver las estrellas tirado en la tierra. Pues a mí me pasa igual, pero conmigo mismo. Me oigo quejarme de mi zona de confort, pero estoy tan agustito en ella que para qué echar cuentas, para qué echar a volar.
No sé, qué fácil es decir qué mierda es todo cuando no se duerme en el suelo.

2 comentarios:

  1. A veces no hay que lanzarse, basta con tomar la decisión y todo cambia solo.

    ResponderEliminar
  2. una que ojea tu rincón31 de julio de 2014, 1:06

    Lo que acabo de llamar como "cosasquetehacenpensar" son tus re-flexiones de pecho. No recordaba la categoría oficial, pero sí cuánto me había gustado ésta. ;)

    ResponderEliminar