viernes, 28 de marzo de 2014

Entre calmas y tormentas: tú.

Eres la tormenta de mi ca(l)ma
La duna de mis dudas,
Y el cráter de mis Lunas.
Eres la paz de un disparo
La guerra entre caricias.
Eres un pez sin boca
Un mar sin cielo:
Blanco, o transparente,
De color ausente.
Eres el dolor sin golpe.
El amor sin nombre.
Un libro sin portada.
Eres la calma de mis tormentas.

Eres sólo quien tú quieres ser.
Nunca quien yo creo que seas.
Eres luz y sombra.
El principio y el fin.

Eres el todo,
y eres la nada.

Eres lo que llega después.
El mañana y el ayer.
Eres si no soy.
Eres tú, sí,
Pero no eres hoy.

jueves, 27 de marzo de 2014

Variedades II

Silencio
Calle mi boca, calle
cuando no haya sentido.
Calle mi boca, calle
cuando sólo haya palabras.

Calle mi boca
cuando tus ojos.

Calle el arte, calle
cuando tus labios.

Calle abarrotada
cuando mis besos.

Calle la felicidad, calle
cuando los tuyos.

Calle de la amargura
cuando tu adiós.

Calle mi boca, calle
cuando tú,
Calle mi boca, calle
cuando yo. 

--
 
Voz
Hable mi sexto sentido
sin los otros cinco.

Hable el espejo
si es que me giro.

Hable el viento,
cuando suspiro.

Hable el fuego
en contacto con el frío.

Hable la tierra
en contacto con el río.

Hable el mar,
y calle el resto.

Hable.
Hable sincera,
si se lo pido.
Pero hable
señora,
que ya ni sé
si muero o vivo.

martes, 18 de marzo de 2014

Postales

Me dices que de morena pasaste a rubia platino por no sé qué toxina del aire en aquella superpoblada ciudad de ojos rasgados.

Que las estatuas de la Isla de Pascua son más bonitas que mi sonrisa  automática en cada fotografía de acto oficial, pero no más que mis ojeras de aquel domingo de resaca.

No te dejas detalle alguno sobre el grosor, longitud y textura de cada manjar exótico que degustas. Después me hablas de tus noches de sexo tántrico y carnal para que quede constancia de que realmente hablabas de comida.

Que qué bonito el cielo cuando se refleja en las aguas de Oceanía.
Que qué bonitas las aguas cuando te salpican las vergüenzas navegando por Venecia.
Que qué bonito que no esté allí, para así poderme reventar cada paisaje con un mínimo de palabras.

Así como te gustaba hacerme con cada película y serie que veías antes que yo.

Y yo digo que sí, que qué bonito que me piropees con la boca pequeña en cada insulto, y no me dejes contestarte con un teodio extremadamente parecido a un teamo.
Que tus amaneceres son del mismo Sol que nos sorprendía follamando en nuestra azotea.
Que te espera una habitación repleta de respuestas en misivas ordenadas y numeradas.
 
O tal vez sólo veas una montaña de papel higiénico acartonado sobre nuestra cama.
Qué más da, sé que no distingues bien entre ambas.

Se te acaba siempre el margen del papel. 
Si te apuras, hasta escribes en la foto.

Esa incapacidad tuya de calcular distancias.

Cómo no, siempre dejas para el final lo mismo. 
Quenomeolvides y queteveodesdenosedonde en una semana.
Como si yo no lo hiciera cada día.

Y ya para terminar, te despides con un idioma distinto en cada postal.

Yo quiero pensar que me susurras un tequiero,
pero evito traducir tus palabras
por si acaso estuviese en lo cierto.

Do zobaczenia.

domingo, 9 de marzo de 2014

De casis y por pocos, por y para muchos.

Estuvimos a punto
a puntito
de serlo todo.

Estuvimos a esto
a un poquito
de llegar a serlo.

Y por mi madre que esta nada,
que hemos sido,
se parece mucho a la nada
que siempre he temido.

Estuvimos a punto
a puntito
de serlo todo.

Pero en nada,
caprichos del destino,
nos quedamos en nada.

martes, 4 de marzo de 2014

Y no me acuerdo

Anoche vi pasar cardos por mi cama,
espinas de rosa,
cuchillas de afeitar usadas,
y un cepillo de dientes blanco.

Que no era mío.

Anoche oí gemidos en mi cama,
y tampoco eran míos,
no de mi boca, al menos.

Y aún así...
tanto frío...

Anoche soñé con palabras,
las vislumbré rondándome los poros,
danzarinas y bellas
destrozando a golpe de cadera mis ojos.

Y lloré como un crío.

Anoche leí poesía,
y me creí parte de ella,
simplemente
porque estaba dentro de ella.

Y me corrí.

Me corrí de la forma en la que lo hacen
las lágrimas con una melodía certera.
Me corrí en la dirección en la que se eriza
cada vello corporal con una letra bien marcada.
Me corrí como desean hacerlo
los amantes y desamados.

Como una cortina de ventanal
me corrí,
dejando entrever la luz
a través de mí.

Y me dejé iluminar,
y me iluminé.
Y de la misma forma me apagué.

No la dejé fluir, no la dejé salir.
Me la quedé dentro esperando
a pasar al siguiente renglón.

Hasta que se consumió.

Y así un total de 86 veces.
No hay excepción en mí que confirme la regla
"El ser humano que tropieza dos veces con la misma piedra"
No se necesita mi excepción.            Sólo hay que ver mi trayectoria.

Anoche, encontré las palabras exactas
y en los versos exactos
de sus besos nefastos.

Anoche, vislumbré la poesía perfecta
para un verso perfecto
de un sexo abyecto.

Anoche, disfruté de eso
y mucho más,
sin atreverme a plasmarlo
por miedo a abandonar
la más humilde
y asquerosa
mediocridad.

Anoche, deseé amanecer
recordando lo vivido,
y esta mañana desperté,
recordando haberlo vivido.

Del resto,
ya no me acordaba.

Es tan triste,
y tan bello,
haberlo sentido.
Que no me quedan besos,
ni caricias,
abrazos ni sonrisas,
para describir tantas palabras
en ese sueño infinito.