jueves, 1 de agosto de 2013

Comparecencia de Rajoy

Buenas tardes queridos amigos. Supongo que estarán enterados de la comparecencia de hoy en el Senado de nuestro amadísimo Presidente del Gobierno: Mariano Rajoy.

En redes sociales, sobretodo en Twitter, se ha levantado un gran revuelo, causante de mofas, chistes y bromas (como no podía ser de otra forma en este país de pandereta), tras la repetición exhaustiva por parte de Caraplasma de la frase "fin de la cita".
¿Por qué "fin de la cita"? Os comento: el señor Rajoy, tras informar que no iba a caer en el tan explotado recurso político del "y-tu-más", se ha dedicado a dictar literalmente distintas citas de Alfredo Pérez Rubalcaba, ese señor que brilla por su ausencia opositora, y tras cada cita, pues soltaba el ya mencionado "fin de la cita".
Tras hacerme eco de esto que os cuento, me dispuse a opinar (cómo no) sobre el hecho, y salió esto:



Esto fue unas tres horas atrás, justo cuando se estaba llevando a cabo la comparecencia. Pasado dicho intervalo temporal, me encuentro con lo siguiente:



Es gracioso porque acerté de lleno en mi nota.
Es penoso porque tenemos a un Presidente del Gobierno que ni siquiera saber leer los discursos que le redactan.

En serio, no sólo no es autosuficiente para comparecer con un discurso propio, aunque sea escrito, me da igual ya, sino que encima no sabe leer lo que otros asesores han escrito para él. Un texto que debe de haber sido minuciosamente medido y corregido hasta la extenuación para que no queden (supuestamente) huecos o erratas. Un texto en el que sólo les ha faltado incluir intervalos de espera para los repetitivos, pactados e insulsos aplausos de sus compañeros de partido. Y va, y lo lee mal. Me imagino a sus asesores dándose de hostias contra la pared: "¿Por qué, joder, por qué? Debí hacerle caso a mi madre y trabajar de dentista, que también se gana mucho dinero, y además es un trabajo digno y respetado".

No sólo esto es remarcable de la comparecencia, por supuesto. Entre otros temas, ha reconocido haberse equivocado con Bárcenas: "Me equivoqué al dar la confianza a quien no la merecía."; y me pregunto yo:



Y se queda tan pancho. Total, con unas disculpas de nada, ya vale. Bueno, ni siquiera eso, sólo con reconocer la equivocación deberíamos alabar su entereza y buen hacer. ¡VIVA EL VINO!

De eso nada señores, no olvidemos que el perdón en política se pide con la dimisión. Que por muy mal que lo hagamos en este país, no nos merecemos ni este Presidente, ni este Gobierno.

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