lunes, 23 de julio de 2012

No abras los ojos.

Tiene razón respecto a que hay mucho en juego. La energía sexual en general tiene un poder tremendo, no hay nada que tenga tanto poder para concentrar la atención en uno mismo, para convertirse en la única realidad, para torcer el juicio, para eliminar el dolor y la percepción del riesgo. El poder de hacer que todas las demás decisiones sean irrelevantes. No hay fuerza en la Tierra que se acerque a la energía sexual en su poder de cegar e impulsar al individuo. Cuando esta energía interior de una persona se concentra en un objeto inapropiado (sobre todo, en otra persona con fuerza y conocimiento inferiores), el potencial de daño es verdaderamente infinito. Porque en la intensidad de su poder y excitación primitiva, la capacidad de retorcer la realidad de la conducta sexual inapropiada puede ser tan contagiosa como la mordedura de un vampiro. En la persecución del poder mágico del abusador, el abusado puede convertirse a su vez en abusador. Hay raíces evolutivas, neurológicas y psicológicas en la fuerza abrumadora del impulso sexual. Se pueden analizar, describir y representar gráficamente sus desviaciones en canales destructivos. Pero alterar esas desviaciones es algo muy distinto. Comprender la génesis de un maremoto es una cosa; cambiar su dirección es otra.


Extraído de "No abra los ojos" de John Verdon.

2 comentarios:

  1. Te has quedado sin inspiración y has tenido que recurrir al copieteo eh...

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