sábado, 17 de diciembre de 2011

Ódiame

Hoy quería decir algo. Quería exteriorizar mi repugnancia proveniente desde el más profundo interior. Quería demostrar con palabras lo que ya hago con actos, con formas, con hechos y deshechos. Hoy, tenía las palabras perfectas. Medidas y sin medir. Sentidas algunas, sin pensar otras. Las tenía todas, sólo necesitaba sacarlas de mi mente y plasmarlas sobre el papel. Todos y cada uno de los adjetivos calificativos concernientes a mi persona para demostrar razones más que suficientes para odiarme. Todas, absolutamente todas estaban en mi mente. Todas bajo el efecto del alcohol, para qué mentir. No las exterioricé. Ninguna de ellas. Ahora, en parte, me arrepiento. No puedo demostraros por qué soy una persona perfecta para odiar. El perfecto enemigo público. Aunque, por otra parte, puedo joderos un poco y poneros a pensar. Pensad en lo que soy. Pensad en lo que hago y digo. En lo que digo y no hago. En lo que no soy, y nunca llegaré a ser. Pensad en qué es lo que en realidad os gusta de mí, y comparad con cualquier otra virtud de cualquier otra persona. Cavilad sobre mi, al menos para mí, odiosa mediocridad. Y luego, contestad: ¿De verdad no soy odiable? Yo respondo que sí.

2 comentarios: