sábado, 17 de diciembre de 2011

Ódiame

Hoy quería decir algo. Quería exteriorizar mi repugnancia proveniente desde el más profundo interior. Quería demostrar con palabras lo que ya hago con actos, con formas, con hechos y deshechos. Hoy, tenía las palabras perfectas. Medidas y sin medir. Sentidas algunas, sin pensar otras. Las tenía todas, sólo necesitaba sacarlas de mi mente y plasmarlas sobre el papel. Todos y cada uno de los adjetivos calificativos concernientes a mi persona para demostrar razones más que suficientes para odiarme. Todas, absolutamente todas estaban en mi mente. Todas bajo el efecto del alcohol, para qué mentir. No las exterioricé. Ninguna de ellas. Ahora, en parte, me arrepiento. No puedo demostraros por qué soy una persona perfecta para odiar. El perfecto enemigo público. Aunque, por otra parte, puedo joderos un poco y poneros a pensar. Pensad en lo que soy. Pensad en lo que hago y digo. En lo que digo y no hago. En lo que no soy, y nunca llegaré a ser. Pensad en qué es lo que en realidad os gusta de mí, y comparad con cualquier otra virtud de cualquier otra persona. Cavilad sobre mi, al menos para mí, odiosa mediocridad. Y luego, contestad: ¿De verdad no soy odiable? Yo respondo que sí.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Grandes inventos de la historia (I)

Grandes inventos de la historia. Yo conozco uno. El pañuelito de papel, más conocido por la marca que lo comercializa (a mayor escala): Klinex. clínes pa' tor mundo.
El que lo inventó no se comió mucho el coco.

[Voz de inventor mode ON]

Los pañuelos de tela son un coñazo, que hay que lavarlos si no quieres pringarte la mano de mocos al meterla en el bolsillo, y el papel de lija mejor lo dejamos para la madera. ¡Eureka! Uno las cosas buenas de los dos, y ya lo tenemos: Pañuelo de tela, papel de lija. ¡Eso es, pañuelo de papel! Y si encima lo doblamos de forma que tengas que sacudirlo al viento para abrirlo, mejor que mejor...así la gente sabe que estás resfriado y evitará acercarse a ti.
¿Pero qué otro uso le doy?
[Voz de inventor mode OFF]

Ahí radica su simplicidad. Su uso es, simple y únicamente, para ir al água (wáter para los que sepan inglés). Las mujeres se lo llevan al água para limpiarse el totete después de orinar (las mujeres no mean, eso para los hombres que salpican, ellas orinan, y en silencio además). Y los hombres se lo llevan al água para limpiarse la pichita cuando... en fin, que es muy útil, sí señor.
Bueno, también está el que siempre lleva un paquete de clínes cuando sale con los amigos, o para ligar, y así se las da de persona precavida e interesante. ¡Ah! y el que pone uno o dos pañuelitos bajo la pata de una mesa coja... Bueno vale, su uso no era sólo llevárselo al água. Mierda, ya me he contradecid...contradich...ya me he vuelto a llevar la contraria otra vez joder.
Ya sabía yo que esto de volver a la rutina después de una semana de tocamiento cojonil no traería nada bueno.

martes, 6 de diciembre de 2011

Espirales

Ya empezamos otra vez. Retornar, que se llama, supongo. No lo sé, aquí el de letras no soy yo, siempre he sido más de ciencias. Exactas a ser posible. Me agobian las inexactas, las que no se cuentan con números, sino con suspiros. Me agobian, y mucho. Me hacen pensar, y, aunque parezca imposible en mí, mucho. Las ciencias exactas también me hacen pensar, es verdad, pero de forma diferente. Éstas, las inexactas, me encierran en una espiral de síes y noes que me hacen dar vueltas sobre el mismo eje. Mi eje, yo mismo. Y tú. Una espiral de deseo. De desear ser deseado. Y no. De asociar tus palabras a mí. A mi persona, a mis palabras, a mis actos. Disasociar cualquier agente externo que se interponga entre ambos. No. Pero sigo deseando tu deseo. Sí. Ahora deseo no ser yo. No quiero que quieras, quiero que gustes. No quiero querer, eso estaría de más. Quiero escuchar todas esas canciones que hablas de mí. No quiero, pero deseo, saber que es verdad lo que dicen de mí, o de ti, o de cualquier otra persona que se piense diferente ante el espejo. Yo, yo soy diferente. ¿Tú me haces diferente? No, creo que no, eso sería un problema, de personalidad o de ciencias, inexactas claro. Yo soy el mismo, el mismo que tú, que él o ella, soy el mismo que todos son, pero yo lo soy a mi manera, y tú a la tuya. Suya. Eso decía yo de chico cuando veía una moto al viajar en coche entre obligación y ocio: ¡Suya! Ahora las veo, y quisiera montarme en una. Qué pena no llegar al suelo...siempre me quedo en las nubes. Quizá algún día consigas que me baje de ellas. De nada servirá, habrás subido tú al conseguirlo y nadie te hará bajar. Volvemos a lo mismo. ¿Ves? es la espiral. No sé si reir o llorar. La cosa es no pensar, no sentir, no vivir por ti, no hacerte vivir por mí, ni para mí, eso jamás. Quiero morir. No yo, me he explicado mal. Quiero dejar morir esta etapa. Ya ha vivido lo suyo, y ha hecho sus estragos sobre mí. Quiero que no sea egoísta, que muera por y para mí. Quiero querer cambiar. Para mejor, para peor, qué más da. Cambiar, siendo el mismo, pero de manera diferente. Verte. Con otros ojos. Y mirarte. Con otras ideas. Y tenerte. Poseerte. Desearte. Hasta ahora verbos sinónimos de soñarte. Soñarme, quiero decir. Aunque estoy seguro que para eso ya estás tú. Si cuando hablan de ti, te pitan los oídos. A mí me pitan los sueños. Y los coches cuando me ensueño en el semáforo de cada esquina. Me pitan en la oficina. Estás en las nubes. Por eso no puedo montar en moto, no llego al suelo, suelo pensar. Nunca decir. No digo lo que pienso, lo reconozco. Pero tampoco reconozco todo lo que digo. Y pienso, ¿lo digo? No, mejor lo escribo. Y si me llena, a mostrar lo bien que pienso aún sin ser de letras. Eso hago, ya lo ves. Y para terminar y seguir con la rima. Tus tetas.