sábado, 5 de noviembre de 2011

Pensarmientos

Aún sabiendo a dónde iba, me vuelvo a sorprender al llegar. Como siempre y nunca dejaré de hacer.
Blanquecinas capas que soportan mi caminar lento sobre las danzantes olas de humedad.
Cuatro paredes estrechas entre sí con aberturas a un pasado inmensamente mayor que ellas en significado y valor.
Abandonos de mí mismo que me acompañan en mi amarga y solitaria inexistencia.
Montones de ropa y sentimientos aún sin poner para cuando algún día de éstos me dé por crecer.
Termitas y tormentos que roen parte de mi pasado y de mi, al menos cercano, futuro, sin saber ni darse cuenta siquiera de que eso que muerden no es madera de este roble. Algún día tendría que deshacerme de ese estúpido e inútil materialismo.
Al calor de los recuerdos rememoro el frío que pasé bajo mi manta y tu cuerpo cuando aún era verano en el calendario, que no en el armario donde aún existen memorias ordenadas en una caja de cartón.
Fotos y retratos que tratan de indicarme que las ilusiones que muestran hace ya tiempo que se echaron a la mar en busca de aventuras en su barco de papel. Todavía me pregunto si llegaron a su destino, si es que tenían alguno.
Cómo ha cambiado todo desde entonces. Ya ni recuerdo en qué lugar del techo coloqué esos adhesivos con forma de estrella bajo los que te hacía sentir en ellas con un sólo roce de mi piel.
Sabía que debí dejar la pared tal y como mi alma, con desconchones, en lugar de pintarla con sangre y lágrimas de tinta sobre el papel.
Así al menos me sentiría en armonía con algo o alguien, y no me dejaría llevar por esta sucia rebeldía de infancia desaprovechada que por momentos hace acto de presencia en busca de caliente e inocente adolescencia.
En este instane es cuando levanto la vista y miro alrededor de mi interior pensando: "Debería adecentar esto un poco, quizás reciba una visita".
Y me río de mí mismo y mi ironía hasta el punto de llorar no sé si de ira y rabia o de soledad.

1 comentario:

  1. No tengo (im)presión...

    Simplemente...las cosas cambian, y debemos adaptarnos a los cambios, pero por Dios, no manches el techo de rojo de sangre que no veas luego pa limpiarlo...

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